Una amable muchacha suiza llamada SOFI

Curiosa, Sofi se deslizó en sus esquís hacia la fuente de aquel misterioso sonido.

A medida que se acercaba, reconoció que el sonido correspondía a un débil llanto.

Su corazón se aceleró mientras escuchaba con atención.

"Espero que no se trate de un animal en apuros", pensó Sofi, dejando traslucir su bondad.

Al llegar a un pequeño grupo de árboles, vio a un minúsculo conejo herido que temblaba de frío.